Música, luces, comida, risas, abrazos, niños, árboles coloridos y coronados de estrellas, nacimientos y por supuesto, Santa. Sin lugar a duda son los elementos esenciales que componen La Navidad.
Muchos dicen que La Navidad es mágica, pues con un simple toque convierte corazones de adultos en niños, ilumina rincones vacíos y oscuros en un festival de luces de todos los colores, lleva música a todos los lugares, desde las calles más transitadas hasta las cocinas de los hogares más recónditos. Tacaños comparten, gente herida que se atreve a perdonar, niños que hablan de trineos y renos que vuelan, regalos que yacen como frutos recién caídos bajo un árbol propio para la época,y gordos simpáticos que ríen el mejor estilo de Jo Jo Jo, todo eso y más se vive en cada época de navidad.
Sinceramente no se de quién fue la genial idea de inventar a Santa, pero personalmente creo que fue buena. Ficticio o no, que importa, siempre será un icono que moverá las masas, los sentimientos y los anuncios cada fin de año.
En fin, cada diciembre él se convierte en el rey de los regalos, baja por la chimenea (aunque a veces me pregunto cómo hace cuando no hay una en la siguiente casa a visitar), deja los presentes y luego, bummm, sale volando en su pesado trineo, con sus renos jadeantes por el peso, rumbo a su próximo destino.
Cada año, regalos y más regalos, diciembre tras diciembre, más regalos. El polo norte y su fábrica de regalos trabaja interminablemente para suplir la alta demanda a cubrir por los niños creyentes que esperar sin faltar sus presentes.
Con todo y esto, Santa un día notó que había un regalo que él no cargaba, que no cabia en su bolsa, algo que él no había entregado antes. A Santa le hacía falta un regalo.
Una premisa muy mencionada expresa: "Uno no puede dar algo que no tiene".
El dulce gordo, amable y carismático carecía algo que él no podía fabricar, que no podía por ende entregar y que para hacerlo más complicado, comenzaba a ser parte de las peticiones de algunos niños, que ponía en sus cartas, ya no solo sus deseos materiales, sino también, sus esperanzas y anhelos más profundos de su corazón.
No se si Santa lloró cuando lo supo, pero si fuera él lo habría hecho, hubiera llorado desconsoladamente, pero la premisa mencionada anteriormente es cruelmente verdadera, y todos los que a través de su vida lo han comprobado, sabrán que es una dolorosa realidad. Ahora era el turno de Noel, el viejo del polo norte estaba pasando por esto, lo estaba comprobando.
Fue acá donde él hizo una pausa en medio de su rutina de dar, y doblando rodillas para pedir, clamó por consuelo y dirección.
En ese momento comprendió que hay uno que tiene una bolsa de regalos más grande que la de él, que no viaja en trineos ni baja por chimeneas, pero que sabe dar los mejores regalos, de enero a diciembre, y que se especializa en dar a todos, no solo lo que merecen, sino lo que necesitan.
El regalo que a Santa le faltaba, era uno que no cabía en su propia bolsa, que además ya había sido entregado y que solo podía ser otorgado una única vez.
Fue provisto y colocado en un pequeño pesebre, en la cuidad de Belén. Un niño portaba en él mismo lo que el papá Noel nunca habría de dar, esto es la "Salvación".
Santa no era salvo de las consecuencias de sus pecados, y al ver al niño sintió el vacío en su corazón. El vocero norteño de la navidad deseó vivir su primera verdadera navidad en su corazón. Lo que el niño tenía para darle a él treinta y tres años después, no cabría jamás ni el mil bolsas, ni el mis trineos, tenía el tamaño exacto del vacío que había en su corazón.
La Salvación que otorga Jesús es para todos, es el regalo más hermoso, que todos deberíamos recibir.
A Santa le hacía falta un regalo para dar, pero también uno para recibir.
Qué me dice de usted, usted que lee esto. Quizá este diciembre tuvo mucho para dar, o tal vez no, no importa, lo que usted, y yo, hemos necesitado lo tiene Jesús.
Santa un día lo supo, a él le hacía falta un regalo.
Si usted no tiene a Jesús en su corazón, a usted también le falta un regalo, deje que Jesús haga de su corazón un humilde pesebre esta época, y que la salvación se convierta en su presente de navidad.
miércoles, 25 de diciembre de 2013
miércoles, 18 de diciembre de 2013
EL AMO DE TU VOLUNTAD
Estudia constantemente este libro de instrucción. Medita en él de día y de noche para asegurarte de obedecer todo lo que allí está escrito. Sólo entonces prosperarás y te irá bien en todo lo que hagas. Josué 1:8 (NTV)
Este
pasaje nos comparte y revela uno de los tesoros más hermosos del corazón de
Dios. Solo hay que poner un poco de atención a los detalles para sacar de este,
el máximo provecho, yo digo que es como encontrar oro, cuando más se está en
necesidad.
La Orientación: Estudia este libro día y noche para asegurarte de obedecer lo que allí está escrito.
La recompensa: Prosperarás y te irá bien en todo lo que hagas.
Por Dios Santo, quién en su sano juicio no quiere esta recompensa. Todos en la vida, grandes o pequeños deseamos por lo menos una porción de prosperidad y de éxito para cada día de nuestra existencia.
Por Dios Santo, quién en su sano juicio no quiere esta recompensa. Todos en la vida, grandes o pequeños deseamos por lo menos una porción de prosperidad y de éxito para cada día de nuestra existencia.
Ahora,
hablando de las promesas de Dios, hace algunos años aprendí una muy importante
lección de vida, que no puede ser pasada por alto nunca, y es que para recibir
el cumplimiento de una promesa de parte de él, es necesario que yo haga una
parte primero, y luego el responderá con la parte que le corresponde.
A
partir de haberme encontrado con esta lección, veo cada promesa que Dios me
hace, como un acuerdo con él, donde ambas partes, voluntariamente, nos
comprometemos a cumplir con las clausulas establecidas en el convenio. Yo doy
siempre el primer paso, hago lo que él solicita de mi, y él da el siguiente
paso y cumple lo que me ha prometido.
Regresando
al contenido del pasaje, el poder de este
no gira solamente en practicar la obediencia a las palabras dictadas por
Dios, sino en cómo llegar al punto de hacerlo voluntaria y gustosamente, porque
Dios honra la obediencia, pero también mira con detenimiento las intenciones
del corazón suyo y mío (1 Samuel 16:7, Hebreos 4:12; 1 Crónicas 28:9). El mismo nos da la fórmula del éxito en esto:
"Estudia constantemente y medita ..."
Yo puedo obedecer a Dios con o sin la aprobación de mi voluntad. El problema de esto es que si vivo de esta manera mi obediencia siempre estará condicionada por mi estado de ánimo y mi entorno. Si me siento con el ánimo suficiente para obedecer, lo hago, sino entonces tiro la toalla. Si quienes me rodean apoyan mi conducta entonces obedezco, sino busco ubicarme o rodearme de quien sí me apruebe para lograr mi fin, aunque este sea en desobediencia, sin embargo, la obediencia a la que este pasaje se refiere es extrema: "Asegúrate de obedecer TODO..."
Para vivir en este tipo de obediencia, y en su debida y exquisita recompensa, se requiere también de toda la voluntad en el asunto. Aquí es donde entra en juego el tesoro que hemos buscado y mencionado al inicio.
Estudiar
constantemente este libro de instrucción no habla de otra cosa que no sea ESTAR
EXPUESTO CON FRECUENCIA A EL. Entienda esto: "Todo aquello a lo que le
entreguemos nuestra constante atención se convertirá en el amo de nuestra
voluntad."
Dios
en su infinita e integral sabiduría nos invita a dejar que sus palabras,
orientaciones, recomendaciones, promesas y ordenanzas lleguen a gobernar nuestra
voluntad, y es tan simple como poner nuestra atención cada día y cada noche en
su libro de instrucción, La Biblia
(Salmos 1:2).
No
es difícil si te lo propones, si aprendes a disfrutarlo. Tan cierto como uno
más uno dan como resultado dos, verás cómo tu voluntad aprenderá a llevarte a
la obediencia que necesitas para llenar de prosperidad y éxito todos tus
días, los días de tu familia y de aquellos que amas y te rodean. Exponte ante ella un día a la
vez, si fallas en hacerlo, no pierdas tu tiempo en lamentos y culpas, un paso firme a la vez... "Sólo entonces prosperarás y te irá bien en
TODO lo que hagas".
lunes, 16 de diciembre de 2013
EL HOGAR DE TUS PROMESAS CUMPLIDAS
¡Miren, el arca del pacto
que pertenece al Señor de toda la tierra los guiará al cruzar el
río Jordán!
¿Quién
no ha escuchado o leído acerca de la famosa y extraordinaria
historia del éxodo de los israelitas, cuando salieron de Egipto
después de haber sido testigos de las diez plagas, provocadas por
Dios para liberar a su preciado pueblo de la esclavitud y la
opresión?
Es
casi imposible pasar por alto el relato del cruce del mar rojo,
partido como un impresionante cañón rodeado de dos columnas
imponentes de agua que observaban a toda una nación transitar por su
fondo.
Sin
embargo, el desierto no fue amable con un pueblo que mostró lo mejor
de su terquedad en el momento menos conveniente. Es como si el sol
inmisericorde sacó a relucir lo más oscuro de su incredulidad para
con Dios.
En
medio de todo eso, Dios también sacó a relucir lo mejor de él
(porque como siempre, él no nos da lo que merecemos, sino lo que
necesitamos), su misericordia se convirtió en nube para cubrilos del
sol del desierto de día, y se convirtió en columna de fuego, para
ahuyentar el oscuro frío de la noche.
Solo
once días de obediencia eran suficientes para poder llegar a su
hogar prometido. Con tan solo once días de amor sumiso a su Dios,
hubieran garantizado su provisión diaria de leche y miel para todos
ellos.
Pero
la historia nos relata que no fue así, fueron más bien cuarenta
años de provocar su propio holocausto.
Seguramente
fue duro, mucho más de lo que nos podemos siguiera imaginar. Sin
embargo, una vez más, luego de tanta arena, sol y espejismos, volvió
con más gracia su misericordia, haciéndolos llegar hasta las
riveras del río Jordán, la frontera con su tan ansiado nuevo
hogar, lo que ellos llamaban, “Su tierra prometida”.
Para
los israelitas, el río Jordán significó la línea fronteriza entre
el caos del desierto y la tierra que se les había prometido y que no
habían podido alcanzar por tanto tiempo.
Yendo
un poco más profundo, cruzar ese río era dar por terminada la
frustración, la humillación, el circulo sin salida. Se esperó
durante cuarenta años este momento.
El
arca iba primero. El arca era el seguro de vida para ellos, la
Presencia de su Dios, y su Presencia era la guía para llevarlos al
otro lado, donde hace mucho tiempo debieron estar.
Muchas
veces es tan duro cuando meditamos en cada promesa que hemos recibido
de Dios y que no vemos cumplida en nuestra vida. Dentro de nuestro
corazón muchas veces mora una idea casi agónica que nos dice que
deberíamos estar en otro lado, un lado mejor del que vivimos ahora.
Para
muchos ha pasado tanto tiempo, se han vivido tantos ciclos
interminables de luchas y heridas. Después de tanta arena, sol y
espejismos se han dejado de preguntar qué estaban haciendo mal, qué
les haría falta para llegar a aquel lugar que un día recibieron por
promesa o por esperanza; hasta llegan a concluir que ya no vale la
pena redundar en pensamientos pues morirán sin ver el bien para sus
hijos, que enterrarán a sus seres queridos en la pobreza, serán
hijos de la arena y el sol para siempre.
Pero
acá está, de nuevo su misericordia llega como un destello, viene
como un pasaje en las escrituras para alumbrar lo que el desierto
con su arena ya cubrió: "¿Podría acaso el arca llevarte al
lugar donde alguna vez soñaste estar?"
El
arca, en la persona del Espíritu Santo se está moviendo ahora y va
al frente este día, y nos conduce hasta el bendito río fronterizo.
La
presencia de Dios es la guía que necesitamos para alcanzar el lugar
donde necesitamos estar ahora.
No
pierdas el tiempo preguntándote porque no antes, no quites tu mirada
del río volviendo tu cabeza para ver de donde viniste, escucha el
agua llamándote a cruzar al otro lado.
Si
estás en este preciso momento, en este mismo lugar ahora, entonces
estás a punto de ver cumplidas tus promesas. Lo único que necesitas
es ir detrás de su presencia, ella hará camino en el río, ella te
hará llegar.
No es
tiempo de quejas ni reclamos, no es momento para alimentar
remordimientos y llorar por el pasado.
Es
tiempo de cruzar, sigue su presencia, ella abrirá paso y te hará
llegar.
Cuando
pongas tu primera pisada en tu tierra, la que ahora es tuya como
nunca antes la habías soñado seguramente escucharas:
¡Bienvenido!
¡Bienvenido
al hogar de tus promesas cumplidas!
viernes, 13 de diciembre de 2013
jueves, 12 de diciembre de 2013
EL CONSUELO QUE AYUDA EN MEDIO DE LA AFLICCIÓN
Me
gozaré y me alegraré en tu amor inagotable,porque has visto mis
dificultades y te preocupas por la angustia de mi alma. Salmos
31:7
(NTV)
Los seres humanos somos
luchadores por naturaleza. Nos caemos cientos de miles de veces
durante nuestra vida, sin embargo son muy pocos los que deciden no
levantarse después de un golpe.
Sufrimos
las más duras crisis, los cambios más radicales, el dolor más
agudo, pérdidas casi intolerables, desastres mortales, y la lista
sigue sin consuelo y casi inmisericorde, pero aun, cuando todo parece
perdido, siempre la humanidad encuentra la salida y hasta el día de
hoy seguimos en pie, como si de guerreros míticos hablásemos.
Bendita sea la hermosa creación de Dios por esto.
En
medio de todo esto se ha visto un talón de Aquiles en los hombres,
algo de lo que no han podido escapar muchas generaciones, y es que
aunque poseemos una extraordinaria capacidad para resistir el dolor,
no hemos aprendido a ser capaces de soportarlo en soledad.
El
sentimiento de soledad, el abandono, la ausencia y el silencio fuera
de la paz no son sino las últimas palabras de aquellos que bajaron
la guardia en sus vidas para no volver a vivir.
Este
Salmo es una luz de vida, un rayo de luz en medio de la más densa
oscuridad de los afligidos.
El
salmista expresó que se GOZARÁ y ALEGRARÁ en la misericordia de su
Dios. Y esta expresión no vino sino hasta que este supo que no
estaba solo en medio de sus dificultades y las angustias por las que
estaba pasando su alma.
¿Qué
sabía este mortal que muchos han ignorado? ¿Acaso se puede uno
alegrar o gozarse en las peores circunstancias de esta vida?
Parece
que una vez más la respuesta que Dios nos ofrece en su Palabra es
sí, contra todo pronóstico, es sí.
Y es
que se puede sufrir y seguir adelante, pero sufrir en soledad es casi
“la crónica de una muerte anunciada”. Pero, en medio de todo
esto, el consuelo del salmista nos enseña que Dios, por su amor
inagotable está pendiente de nuestras dificultades y se preocupa por
esto que angustia mi alma y tu alma.
Es
como escuchar a Dios diciendo, no estás solo, yo estoy pendiente. Yo
tengo cuidado de tu persona en medio de todo esto, mi amor está
cerca, sigue, sigue, no estás solo, yo voy a tu lado.
Por
eso es que todo aquel que se ha decidido por Dios nunca más caminará
solo.
Ya uno
pagó el precio de la soledad en la cruz del calvario, para que no
nos fuese cobrado, sobre todo en el tiempo de las dificultades o las
angustias del alma.
Después
de este salmo, siempre resonará el eco de sus palabras, pagando el
precio de nuestra soledad:
"Dios
mio porqué me has desamparado".
Jesús
pagó para que aunque yo pase por dificultades (y seguro será así)
encuentre consuelo en estar seguro que puedo alegrarme y gozarse en
su amor inagotable, que siempre se manifestará para mi.
De hoy
en adelante, nunca más caminaremos solos otra vez.
Eso me
consuela, confío en Dios que a usted también lo consolará.
DIOS Y SU FÁBRICA DE LÍDERES
Muchos
cristianos en la actualidad viven empeñados en rechazar el
liderazgo, repelen la palabra líderes y hasta condenan la más
mínima mención de esta palabra.
El
liderazgo está estigmatizado en muchas de las congregaciones a nivel
mundial, pero, en realidad ¿Rechaza Dios el liderazgo o hemos sido
nosotros quienes lo repelemos? ¿Cree Dios en el liderazgo o lo ha
desechado?
Creo
personalmente que Dios confía y promueve el liderazgo. No creo que
Dios rechace el liderazgo, pero sí a los malos líderes.
Una
prueba contundente de que Dios apoya, promueve y confía en el
liderazgo es que Dios levantó líderes para guiar a su tan amado
pueblo Israel. Lo hizo cuando levantó a Moisés, lo volvió a hacer
cuando "convirtió" a Josué en la punta de lanza de sus
escogidos.
A
través de un recorrido por toda la Escritura Sagrada, la Palabra de
Dios, lo vemos llamando y levantando gente para dirigir en momentos
específicos. Algunos dirigían naciones, otros pequeños grupos,
otros simplemente se enfocaron en apenas doce hombres, como también
lo hizo el mismo Señor Jesucristo.
No
importa de cuántos hablamos, importa a quién tiene Dios en mente
para dirigir a esos cuantos hasta dónde él quiere llevarlos.
Dios
cree tanto en el liderazgo que creo que tiene su propia fábrica de
ellos.
La
fábrica de líderes de Dios procesa hombres y mujeres que se dejan
moldear por él. Jesús como hombre mismo, es un producto terminado y
un modelo de cuan eterna puede ser la influencia (porque liderazgo es
influencia), si uno se dispone entrar en los procesos de Dios.
Usted
y yo podemos levantarnos como líderes haciendo uso de las
herramientas correctas, podemos tener influencia y marcar a una
generación, sin embargo, una cosa es que Dios te levante y otra es
que uno se levante sin la ayuda de Dios, una cosa es ser producto del
carácter y el esfuerzo propio y otra que Dios te haya procesado en
su fábrica para cumplir sus propósitos.
Cuando
pienso en el liderazgo logro comprender que este tiene repercusiones
no solo en este mundo. Puede ser que este mundo y sus generaciones
conozcan del resultado de la influencia, pero eso no nos garantiza
la aprobación de Dios.
Los
líderes que son formados en la fábrica de Dios, cumplen no solo con
las normas de liderazgo, también cumplen con un propósito divino,
que es a su vez eterno.
El
liderazgo más contundente es el que sigue rindiendo frutos en esta y
más allá de esta vida, donde la única aprobación que vale y es
realmente importante es la de tu creador.
Creo
que lo mejor para un líder es que este permita que Dios lo procese
en su fábrica, que lo deje permear su carácter y lo lleve por sus
procesos, lo capacite y lo levante en el tiempo donde más se
necesite de su influencia. Entonces, habiendo sido formados y
aprobados por Dios, se abrirá un epitafio para ellos como lo hizo
con Josué, uno de sus líderes, que es algo más o menos así:
"El
Señor convirtió a Josué en un gran líder a los ojos de todos los
israelitas, quienes, por el resto de su vida lo respetaron..."
[Josué 4:14 NTV]
La
Fábrica de Dios está operando y sigue produciendo los mejores
líderes de la historia, y lo mejor de todo es que hay un lugar para
cada persona que acepte el reto.
¿Te
apuntas?
miércoles, 11 de diciembre de 2013
UNA VIDA CERCANA AL PERDÓN
El perdón es una de las cosas más importantes para
el cristiano. Su nuevo nacimiento en el Señor se debe gracias al
perdón de sus pecados, recibido en forma inmerecida.
Uno de los temas más
predicados ha sido acerca del perdón, pero desde una perspectiva
donde este debe ofrecerse sin cuestionamiento a aquellos que nos han
hecho algún agravio de forma directa o indirecta. Somos llamados a
perdonar de la misma forma en que hemos sido perdonados por Dios.
Este pasaje en particular
me ha llevado a pensar en algo interesante, por lo menos desde lo que
puedo discernir personalmente: "¿Con cuánta regularidad pido
perdón por mis pecados?
Recuerdo cuando lo hice
por primera vez delante de Dios para luego reconocerlo como mi Señor
y mi Salvador, sin embargo hoy me esto preguntando, cuándo fue la
última vez que lo hice de nuevo?
Si medito bien y hago uso
de la sinceridad, llego a la conclusión que todos los días estoy
ligado a una naturaleza que me induce a pecar contra Dios. Sin querer
categorizar los pecados, desde los más simples e insignificantes
hasta los más evidentes y ofensivos, voy constantemente por la vida
cargando una necesidad insaciable de gracia y perdón.
No digo que esté
llevando una vida desordenada en cuanto al pecado, pero la verdad es
que sí soy vulnerable e inmaduro en cuanto a la estatura de Cristo.
Necesito la gracia,
necesito el perdón, necesito llegar a Dios con esta misma oración
de salmista: "Señor, mis pecados son muchos, necesito tu
perdón".
Hoy concluyo que esta
debiera ser mi oración de cada día, sin variación alguna, no
maximizando el pecado ni mis errores delante de Dios, al contrario,
agrandando la obra de gracia que me otorga el perdón y también mi
dependencia de Dios, que llegando más de una vez a mi vida, me sacia
de misericordia y favor, no cuando más lo merezco, sino cuando más
lo necesito.
Es posible que
reconociendo más seguido mis pecados, viva más pendiente de su
gracia.
Es posible que
reconociendo más seguido su perdón, viva más propenso al perdón
hacia los demás.
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