Estudia constantemente este libro de instrucción. Medita en él de día y de noche para asegurarte de obedecer todo lo que allí está escrito. Sólo entonces prosperarás y te irá bien en todo lo que hagas. Josué 1:8 (NTV)
Este
pasaje nos comparte y revela uno de los tesoros más hermosos del corazón de
Dios. Solo hay que poner un poco de atención a los detalles para sacar de este,
el máximo provecho, yo digo que es como encontrar oro, cuando más se está en
necesidad.
La Orientación: Estudia este libro día y noche para asegurarte de obedecer lo que allí está escrito.
La recompensa: Prosperarás y te irá bien en todo lo que hagas.
Por Dios Santo, quién en su sano juicio no quiere esta recompensa. Todos en la vida, grandes o pequeños deseamos por lo menos una porción de prosperidad y de éxito para cada día de nuestra existencia.
Por Dios Santo, quién en su sano juicio no quiere esta recompensa. Todos en la vida, grandes o pequeños deseamos por lo menos una porción de prosperidad y de éxito para cada día de nuestra existencia.
Ahora,
hablando de las promesas de Dios, hace algunos años aprendí una muy importante
lección de vida, que no puede ser pasada por alto nunca, y es que para recibir
el cumplimiento de una promesa de parte de él, es necesario que yo haga una
parte primero, y luego el responderá con la parte que le corresponde.
A
partir de haberme encontrado con esta lección, veo cada promesa que Dios me
hace, como un acuerdo con él, donde ambas partes, voluntariamente, nos
comprometemos a cumplir con las clausulas establecidas en el convenio. Yo doy
siempre el primer paso, hago lo que él solicita de mi, y él da el siguiente
paso y cumple lo que me ha prometido.
Regresando
al contenido del pasaje, el poder de este
no gira solamente en practicar la obediencia a las palabras dictadas por
Dios, sino en cómo llegar al punto de hacerlo voluntaria y gustosamente, porque
Dios honra la obediencia, pero también mira con detenimiento las intenciones
del corazón suyo y mío (1 Samuel 16:7, Hebreos 4:12; 1 Crónicas 28:9). El mismo nos da la fórmula del éxito en esto:
"Estudia constantemente y medita ..."
Yo puedo obedecer a Dios con o sin la aprobación de mi voluntad. El problema de esto es que si vivo de esta manera mi obediencia siempre estará condicionada por mi estado de ánimo y mi entorno. Si me siento con el ánimo suficiente para obedecer, lo hago, sino entonces tiro la toalla. Si quienes me rodean apoyan mi conducta entonces obedezco, sino busco ubicarme o rodearme de quien sí me apruebe para lograr mi fin, aunque este sea en desobediencia, sin embargo, la obediencia a la que este pasaje se refiere es extrema: "Asegúrate de obedecer TODO..."
Para vivir en este tipo de obediencia, y en su debida y exquisita recompensa, se requiere también de toda la voluntad en el asunto. Aquí es donde entra en juego el tesoro que hemos buscado y mencionado al inicio.
Estudiar
constantemente este libro de instrucción no habla de otra cosa que no sea ESTAR
EXPUESTO CON FRECUENCIA A EL. Entienda esto: "Todo aquello a lo que le
entreguemos nuestra constante atención se convertirá en el amo de nuestra
voluntad."
Dios
en su infinita e integral sabiduría nos invita a dejar que sus palabras,
orientaciones, recomendaciones, promesas y ordenanzas lleguen a gobernar nuestra
voluntad, y es tan simple como poner nuestra atención cada día y cada noche en
su libro de instrucción, La Biblia
(Salmos 1:2).
No
es difícil si te lo propones, si aprendes a disfrutarlo. Tan cierto como uno
más uno dan como resultado dos, verás cómo tu voluntad aprenderá a llevarte a
la obediencia que necesitas para llenar de prosperidad y éxito todos tus
días, los días de tu familia y de aquellos que amas y te rodean. Exponte ante ella un día a la
vez, si fallas en hacerlo, no pierdas tu tiempo en lamentos y culpas, un paso firme a la vez... "Sólo entonces prosperarás y te irá bien en
TODO lo que hagas".