miércoles, 5 de febrero de 2014

LA PARÁBOLA DEL FUTBOLISTA

El niño nació un día lleno de mucha normalidad. Fue un parto normal, que dio como regalo a sus padres un niño "normal".

El chico creció rodeado de fútbol de barrio. A su temprana edad se contagió de esa pasión "que no se juega con los pies, simplemente con el corazón". Creció, escuchando historias de míticos futbolistas, como la de un brasileño amo absoluto de las copas mundiales [Pelé], o la de un argentino que pedía prestada la mano de Dios para marcar un gol [Maradona], o aquellas de un portugués que disparaba tiros libres como cañonazos imparables a 250 km/h [Cristiano] , y como olvidar las de un pibe que se escurría como agua entre los defensas y arqueros para marcar goles de antología [Messi]. El fútbol se convirtió en el primer amor del chicho, y sus primeros besos fueron para su "vieja" pelota, Ella le era fiel a sus pies y él le dedicó cada grito de Gol, como canción romántica que alimentaba el amor entre dos. 

Un día mientras aún era un niño se dio a sí mismo el derecho de soñar más allá de lo que se le permite a la mayoría de los mortales y llegó a preguntarle a su papá si sería posible que él llegara a ser el mejor jugador de fútbol del mundo. Su padre no queriendo engañarlo pero tampoco desairarlo, arrugó un poco su mentón, mientras mirando al cielo le respondía: "Serás todo lo que quieras ser, si puedes trabajar más duro que los demás". Y fue ese el único que combustible que él pequeño necesitó para buscar cumplir su sueño.

Jugó cuanto pudo, se esforzó a más no poder y con el tiempo esto le bastó para cobrar dividendos y ser llamado por un equipo profesional.Aún en medio de su alegría, su hambre por el sueño aún no alcanzado lo impulsó a seguir trabajando duro.

Al pasar del tiempo,el mundo lo llegó a coronar al fin como el mejor jugador de fútbol del planeta y ya habían algunos que le otorgaban la corona de la historia como el mejor de todos los tiempos.

Un día, mientras el joven se paseaba por la cúspide de su carrera, su papá que nunca lo había visto jugar más que en la tele, decidió hacer un viaje sorpresa para acompañar a su hijo en un partido que su equipo hacía ese fin de semana como local. Viajó, llegó, y buscó a su hijo en el camerino. Cuando se vieron su fundieron en un emotivo abrazo. Su padre lo felicitó por sus logros y su sueño hecho realidad, su hijo le agradeció esbozando una sonrisa.

Luego de pasados unos minutos, su padre de pronto le pidió a su hijo una camiseta, de las que vestía regularmente para jugar un partido, para luego poder buscar su lugar en las butacas del estadio y disfrutar de verlo jugar con orgullo.

Su hijo sorpresivamente le negó dicha solicitud. Le dijo que para tener una de esas debía ir a la tienda y comprar una. El papá respondió que el partido estaba por iniciar y las largas filas en la tienda le haría perderse el juego completo. Su hijo insistió: - Papá: "Si de verdad quieres una de estas, tendrás que hacer fila como todos los demás y esperar tu turno". Su padre lo miró fijamente a los ojos, arrugando un poco el mentón, asentó con la cabeza y después de un par de palmadas en el hombro de su hijo, salió no solo del camerino, también del estadio y hasta de dicha cuidad para volver a casa.

Esta historia me ha llevado a reflexionar en que Dios es quien le ha dado talentos a los seres humanos. Estos ponen  los ponen a trabajar, y los trabajan muy duro para llegar a desarrollarlos y en la mayoría de los casos lo logran para después disfruta del éxito y la realización personal. De pronto un día llega Dios y te pide un poco de tu talento para sus propósitos. Te hace saber que tiene el deseo de bendecir a través de tus talentos, que puede hacer mucho con éste si lo dispones a él.

Pero que sorprendente es encontrar a tanta gente diciéndole a Dios, que si quiere ocupar de sus talentos, debe esperar como todos los demás. Como si pudiéramos ubicarlo en la cola de la larga fila, para hacerlo esperar hasta que llegue su turno de poder aprovechar lo que con tanto esfuerzo hemos desarrollado.

Tal vez usted no es es un jugador de fútbol profesional, pero de igual manera, haga lo que haga día a día con sus habilidades, tiene que saber que Dios le ama como un padre y le considera especial y útil como persona, pero también para cumplir con sus propósitos en esta generación.

¿Cómo ha respondido usted a Dios cuando éste ha llegado a solicitar de su talento? Porque definitivamente que un día lo hará.

Espero y le le pido a Dios que su respuesta no sea la misma, que la del mejor futbolista de esta historia.